Desde las ruinas.
En las conexiones interpersonales, a todos los niveles, hay dos conceptos que se suelen confundir: comodidad y facilidad.
Las
relaciones humanas deben reportar facilidad de alma, en su interacción,
intuición y apertura, pero no comodidad en su crecimiento ni camino, si
se pretende el hallazgo de la verdad con ellas. Esto no lo proporciona
el otro, sino que, más exactamente, es un movimiento, búsqueda y
replanteamiento de uno a partir de la presencia y la sinergia con el
mismo.
Las
relaciones fracasan, cuando pasado el velo inicial, se quedan en lo
cómodo y conocido pero no transitan más capas, no descubren más facetas y
no producen un impacto respectivo en lo profundo a que son capaces de
llegar; la invitación a explorarte en aquello que desconocías de ti
suele vertebrarse en los ejes de la atracción, de miedo, de rechazo y de
confusión frente a otro individuo..., en otras palabras, en una crisis,
entendida en su acepción máxima de "cambio", de rayo, de revulsivo de
la tierra albergada bajo nuestras plantas mortales (sin casa 8, un
individuo nunca prospera).
Si
atendemos al principio Heraclíteo de que el "Logos" que nos sustenta-
erigido como principio - radica en el "cambio" (en el "fuego" que todo
lo consume y transmuta), tampoco podemos desdeñar el otro concepto del
filósofo en cuanto al origen de todo: la "guerra", esto es, la
confrontación necesaria de polaridades que va a destruir una parte de
algo para generar - en dicha colisión - otra cosa distinta, pero con
base apta para ello, incluidas las propias ruinas. Las ruinas, a su vez,
son cimientos que aguardan otra disposición, otra forma de habitar el
espacio, otra manera de manifestarse a la que se ven abocadas cuando la
primera estructura ya ha cumplido su función.
En
el intercambio auténtico con otro, sucede o debería suceder lo similar,
lejos de lo confortable en un plano material (abarcativo desde la
propia imagen social, pasando por el autoconcepto, las propias
creencias vitales - o sobre uno mismo - e incluido el "statu quo" en su
máxima extensión) el choque de sustancias y de elementos genera una
huella que reverbera en un eco latente bajo los poros de la piel, en
recuerdo de la "batalla" o "contacto" que tuvo lugar. Una vez finalizada
la contienda, el eco ahí alojado nos formula - como resonador
vibracional - las preguntas que siempre aguardaban en el alma pero que
previamente habíamos silenciado antes del encuentro con el ajeno,
enfrentándonos a nuestro personal reflejo en ese otro lado del
cristal... Dicho de otro modo, he de llegar a acuerdos conmigo entre lo
asumido y lo incierto, entre lo estático y lo dinámico, entre la
negación y la posibilidad..., pues negociando con la presencia de otro
me obligo a negociar conmigo (en Astrología... la casa 7 está, no en
vano, enfrentada al Ascendente).
En
suma, igual que en la mayéutica socrática, el descubrimiento de otro
nos invita a buscar respuestas, muchas de ellas incómodas, pero que no
admiten autoengaños evasivos, en aras de conciliar la esencia
sustentadora permanente y lo accidental que acude de manera recurrente a
cada parte del camino (ya sea como marcadores de kilómetros o incluso
desvíos necesarios para continuar con la ruta).
Si
bien es cierto que nacemos y morimos esencialmente solos con todo el
recorrido mediante (donde convergen enfermedades, dolores, alegrías,
elecciones y cuestionamientos), nunca dejamos de recibir devoluciones de
los demás o con los demás, porque, como bien sabemos, estamos
sumergidos en la pertenencia no elegida de los vínculos primarios y
siguientes, donde la afectación física, mental, emocional y espiritual
estará presente por encima de la voluntad finita que nos caracteriza.
La
única certeza desde que nacemos es que todo se dirige hacia un final...
Ahora bien, si ese final tiene "finalidad" y "propósito", o qué hacer
con el trayecto y de qué manera la recibimos antes de la siguiente
vuelta, es algo intransferible a las decisiones propias que cooperen con
nuestro destino.
En
el estancamiento anida lo pútrido, cuya consecuencia es morir, mas del
fango resultante se abre camino la flor más pura de la vida.
Sin lodo no hay loto
Comentarios
Publicar un comentario