La muerte no cambia nada.
Es curioso cómo opera en nuestra cultura, de forma tan arraigada, el tema de la muerte. Parece establecer una ínclita barrera en la forma de recordar a una persona, desde tener en frente a un tipo bastante cuestionable - además de cínico - a prácticamente querer canonizarlo... Y si le añadimos el haber portado una cara bonita (para quienes reciban con agrado ese tipo de rasgos físicos en un varón) el recuerdo adquiere el tinte de unas lentes incluso más amables, aunque el desempeño de la excelencia interpretativa le fuera bastante esquivo.
Para mí resulta ineludible cómo me condiciona la dominancia de lo tangible en la percepción de lo que asumo, esa que me dicta que las cosas se hacen en vida por los que - mejor obrar y no decir - que amamos, en el caso de elegir, llegada a puerto la dicotomía entre sílabas derramadas y gestos demostrables.
No dudo que Alain Delon no hiciera cosas positivas por los animales, desplazara o no esos afectos no expresados y complejos para él ante su recelo y conflicto con los seres humanos, pues para ciertas sensibilidades hay sutilezas que trascienden lo racional de la comunicación entre especies no semejantes. Sin embargo, cómo obviar, ante la contradicción de una sociedad que persigue todo lo que inhala un atisbo de masculinidad y filtra todo cuanto observa desde el sesgo del maltrato, que ahora enaltezca a un tipo que incurrió en los peores desprecios, vejaciones y humillaciones públicas - frente al honor - hacia sus parejas sentimentales.
En nada romantiza llevar una foto en la cartera de tu ex pareja fallecida cuando la disposición para con ella fue nefasta mientras vivía, hasta el punto de obviar con inquina sus sentimientos y su integridad personal, sin reparo ni afrontamiento en las decisiones como adulto en cuanto a la voluntaria adhesión y posterior quiebre.
Decimos en España ese refrán tan popular como rimado - en favor de Mnemósine -, que versa eso de "mucho te quiero, perrito, pero de pan poquito" y básicamente es el concepto que me viene a la cabeza cuando observo la trayectoria de una persona, cuya imagen podía narcotizar a un gran sector de hormonas efervescentes y sublimadoras, mas cuya ruindad convertía en Plomo cada cosa que tocaba, cual aspiración de Midas a fondo perdido.
Una persona más que se marcha, que en nada tendrá un atisbo de mayor enjundia - ante mis ojos - que los miles de niños que mueren cada día en vano y de forma anónima, con todo un ciclo vital por delante y que no han elegido romper por sí mismos, o que todas esas personas significativas que nos acompañan - en razón de presupuesto -, como si fueran a quedarse eternamente porque creemos es el derecho de nuestro ombligo, cuando no siempre velamos por algo más que el suyo en justa reciprocidad.
Como diría mi personaje de ficción favorito, aparentemente despreciable en lo verbal, pero verdadero y presente ante las horas más crudas: "La muerte no cambia nada".
No siempre tendremos las opciones más favorables en el reparto de la vida, pero mientras existe inhalación en cada soplo de aire hay elección posible, incluso al límite de las fuerzas que lo convierten en oxígeno y puebla nuestra sangre.
Cayó el telón, pero aún tendremos Delon para rato...
🌟💖
Comentarios
Publicar un comentario